Fatalistic girl

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Wednesday, February 07, 2007

Si así es “La Perla”…¡Cómo será la ostra!

Pocilga, agujero, albañal, basurero, cuchitril, chiquero, tugurio…Ninguna de estas palabras alcanza para describir el hotelucho que me tocó en suerte en estas vacaciones que acaban de acabar (para mí)…y digo que me tocó en suerte porque cuando lo reservé desde Buenos Aires nunca hubiera imaginado tener semejante (mala) puntería.

Debo confesar que desde el primer llamado todo fue demasiado fácil y misterioso. Con sólo mi nombre (el cual no es ni Paris, ni Donald, ni Moria) la habitación ya era mía.


Pero la imaginación pudo más y nos reíamos pensando en cómo sería dormir en el “Castillo de Drácula” (así lo llamamos de antemano dado que sabíamos que el hotel existe desde 1920). Cabe aclarar que no fuimos allí de avaros, sino que fue uno de los primeros que encontramos y además porque el viaje fue acordado con apuro.


Al llegar nos alegr
amos: la entrada era majestuosa y realmente invitaba a acceder. Sólo faltaba que algún mayordomo lúgubre nos abriera la puerta y que un botones vestido de rojo recibiera nuestras vituallas.

La exagerada sonrisa de la encargada nos encandiló al acceder. Una imponente escalera nos decía que no todo estaba perdido y que tal vez el Conde no la pasaba tan mal en su morada. Al arreglar la forma de pago y demás formalidades, tuvimos la excelente idea de acomodarnos primero y de luego depositar nuestros ahorros en manos ajenas.

Cuando emprendimos el camino que nos llevaría hacia lo que sería nuestro refugio por una semana, notamos que ya los corredores no eran tan amistosos y que la decoración era mas digna de un convento de monjes al estilo “El nombre de la rosa” que de un alojamiento para veraneantes.

Y, finalmente, nuestras sospechas fueron tristemente confirmadas: el “Glade Toque” que nuestra anfitriona presionaba sin cesar no alcanzaba para disimular el olor a humedad y a encierro del lug
ar.

Y el momento crucial de aquella aventura hacia lo desconocido fue el momento de ver de qué se trataba el lugar donde nos asearíamos por esos días. La frase aún retumba en mi cabeza: “El bañito está lindo”, decía aquella mujer como una especie de auto-convencimiento. “Chicos, cuando pueda yo los cambio de habitación”. Ya estaba. La bruja que nos llevó hacia su caldera daba por sentado que aquel cuarto simplemente…¡daba asco!

Moscas muertas, arañas por doquier, una vista al estacionamiento, un hisopo de algún desdichado visitante anterior y otras delicias nos hicieron tomar la determinación: ¡rajemos!

La cama de piedra y la almohada que parecía bolsa de papas (con las mismas adentro) fueron nuestro motor final para, de una ver por todas, ver la luz y toparnos con el majestuoso, inigualable e inmaculado hotel Embajador. Lo único que le agradecemos al primero es habernos asqueado tanto como para sentirnos en el nuevo alojamiento como en el Waldorf Astoria.

Así que, luego de este descargo, les digo y les repito: si llegan a viajar a Necochea en este año o en la década que viene (Ouch! Cada vez se va a poner peor)…¡Simplemente digan NO al Hotel Marino “La Perla”! (¡Luego de tanta perorata me di cuenta de que las fotos hablan por sí solas! ¡Puaj!).