Sólo una expresión de deseo
Había una vez un príncipe que era pura frialdad. Todo lo que tocaba se convertía en hielo. Pero un buen día, una muchacha se sintió fuertemente atraída por él. Lo quiso tanto, pero tanto, que logró que por fin el corazón del joven se derritiera y con este todos los objetos y personas que a
causa de su roce se habían congelado. Y, como por arte de birlibirloque, todo ese agua fue a desembocar en el mismo lugar, formando así un torrentoso y cristalino río dónde hasta hoy continúa bañándose la otrora gélida pareja.